Vivimos rodeados de mediocridad. Esta frase puede enfadar algunos pero solo hay que mirar a nuestro alrededor: contratos articulados chapuceramente, incumplimiento de la palabra dada, cortoplacismo, falta de conocimiento y desinterés por aprender y formarnos…se ha instalado el pensamiento generalizado de “total, por lo que me pagan…” y en otros casos “te pago por hacer, no por pensar…

Estamos tan acostumbrados a la mediocridad que cuando por nuestro camino “pasa” alguien brillante nos resulta sospechoso y si supone una amenaza a nuestros intereses, lejos de aprender de esa persona, generamos un ambiente “hostil” para que se adapte a nuestra mediocridad y nosotros sigamos en nuestra apatía.

Si tu organización no cuenta con una masa crítica de profesionales que persigan mejorar y hacer las cosas mejor cada día, si los errores permanecen escondidos debajo de la alfombra en lugar de extraer los aprendizajes para futuras ocasiones, si no das a tu equipo la capacidad de impulsar nuevas ideas, si no estás dispuesto a cambiar …estas cogiendo muchos boletos para apoltronarte e instalarte en la mediocridad.

Porque salir de la mediocridad requiere esfuerzo y autocrítica en dosis diarias. Autocrítica para vernos a nosotros mismos desde la sinceridad y detectar nuestros déficits. Y sí, esfuerzo (término tan denostado hoy en día), para ser más eficientes, más diligentes, tomar mejores decisiones…en definitiva, ser mejores profesionales.

No tengamos miedo a rodearnos de gente brillante; aprendamos de ellos y superémonos cada día. Como dice la frase: “Do the best until you know better, then when you know better, do better.”